Descripción
Durante cuatro semanas las iglesias de todo el mundo encienden cada domingo una vela, coincidiendo con la apertura de una nueva semana de Adviento.
El anuncio de la Navidad
Es tradición que llegado diciembre en los hogares cristianos se destine un lugar a la representación del Belén. Una escena en miniatura de los días en que el mundo vio nacer al Hijo de Dios. Junto al Belén y en los altares de las parroquias, cuatro velas se encienden marcando un camino de preparación hacia el gran acontecimiento del año, el nacimiento del Mesías. Los villancicos ponen la banda sonora a una época asociada al frío y los encuentros familiares, que tienen en las eucaristías previas a la Navidad una magnífica catequesis de boca del profeta Isaías.
El libro de Isaías, escrito cinco siglos antes del nacimiento de Jesús, es el callado que nos ayuda a andar el camino del Adviento. En sus pasajes aventura asociaciones asombrosas, como cuando profetiza que el león dormirá junto al cordero. Un tiempo insólito para el que nos preparamos en el Adviento, sabiéndonos arcilla en manos del alfarero que es Dios.
Las cuatro velas de Adviento
El Adviento es un tiempo de preparación a la venida del Mesías, el niño Jesús. Un tiempo de atenta espera en el que los profetas y los evangelios nos hablan del que ha de llegar, invitándonos a andar el camino de la salvación. El Adviento se divide en cuatro semanas. Cada una de esas semanas se enciende una de las llamadas velas de Adviento, siendo el domingo o su víspera el día en que la comunidad cristiana se reúne en torno al altar para escuchar la Palabra de Dios.
La primera vela de Adviento se enciende en el primer domingo del año litúrgico. Da paso a dos semanas en que los textos tienen un marcado carácter escatológico. Hablan del Dios que conoceremos al final de los días. Con la tercera vela de Adviento comienza la “Semana Santa” de la Navidad. Isaías profetiza en sus relatos acontecimientos asombrosos, anunciado la venida de Jesucristo antecedida por el profeta Juan el Bautista: “Voz que clama en el desierto, ¡preparad el camino al Señor!”. Una auténtica oda del Adviento donde no solo se profetiza sobre Jesús, sino sobre su primo Juan, que como el Adviento anuncia la llegada del Mesías.
Jesús es el sol que nace de la oscuridad del invierno. Cada una de las velas de Adviento suma un poco más de luz, marcando el camino que coincidente con el solsticio de invierno hace nacer al Sol: “la luz del mundo”.
La Corona de Adviento, con sus cuatro velas, es un camino circular que se inicia en la luz y concluye en la luz. Un camino en que Dios es principio y fin. Mientras el verde es un símbolo de la esperanza de la iglesia en la venida del Salvador, las velas de Adviento dan la luz que disipa toda tiniebla y lleva al ser humano desde el pecado a la gracia de Dios. Un encuentro en humildad con el niño que rompe las cadenas de la muerte y libra de todo mal.
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